No existe el amor a la vida sin desesperación. Lo escribió Albert Camus, un hombre que convirtió la búsqueda de la verdad en la única categoría absoluta de su existencia. Pero Camus cometió un error imperdonable: tener razón antes de tiempo. Han tenido que pasar más de 50 años de su fallecimiento para que la sociedad francesa reivindique el legado de un escritor que siempre fue extranjero en su patria.
Veo su figura familiar con una gabardina gris cuyo cuello alzado le llega a las orejas. Está apurando un cigarrillo, sonríe y mira al mundo con esa frente despejada de quien no tiene nada que ocultar. La foto está tomada en 1943 y Camus es entonces miembro de la Resistencia y director del periódico clandestino 'Combat'.
"Camus fue un 'pied noit' que soñaba con el mar y los vastos espacios de África"
Nunca le faltó valor para asumir riesgos porque sabía que al final la vida es un conjunto de apuestas. Las suyas le llevaron a la soledad intelectual, a un aislamiento querido y buscado desde el que nunca renunció a asumir el riesgo de equivocarse. Utilizando sus propias palabras para definir a Meursault, el protagonista de 'El extranjero', Camus fue un ser humano que, sin ningún heroísmo, acepta morir por la verdad.
Nada de lo que hizo y escribió se puede entender sin la referencia a su Argelia natal, la tierra que él siempre amó por encima de todo porque Camus fue un 'pied noir' que soñaba con el mar y los vastos espacios del desierto africano. Por eso, la guerra colonial le provocó una tremenda herida que jamás logró cicatrizar.
La pobreza no era una desgracia
Huérfano al cumplir unos pocos meses, aprendió los secretos de la naturaleza humana en la penuria de sus primeros años y la lucha por la supervivencia. Él mismo dijo que la pobreza nunca le pareció una desgracia sino una condición que le impulsó a tomar conciencia de la desigualdad.
Criado en un taller de tonelero por su tío y una madre que reverenciaba, Albert Camus nunca se arrodilló ante nadie, jamás rindió pleitesía a los poderosos, no se prestó a justificar los crímenes por la razón de Estado ni por los intereses de partido. Es unos de los pocos intelectuales del siglo pasado -quizás el único- que no escribió ni una sola línea que no creyera.
"Sartre quería entrar en el Panteón a través de su obra. Tenía vocación de totalidad"
Sartre interpretaba el mundo a partir de sus ideas y Camus llegaba a las ideas a través de la observación del mundo. Por eso estaban condenados a no entenderse. El autor de 'El ser y la nada' jamás comprendió la ruptura de Camus con el comunismo y, por eso, le reprochó que su rebeldía era puramente estética. Pero no lo era. Nacía de su incapacidad de aceptar la miseria de lo real, de su íntimo compromiso con la verdad.
Sartre quería entrar en el Panteón a través de su obra. Era un filósofo con vocación de totalidad. Camus, que conocía los entresijos del periodismo, se rebelaba contra los hechos sin tratar de conformarlos. Mientras Sartre cosechaba público y seguidores, Camus se obstinaba en caminar solo hacia un prematuro final.
Una vida contra corriente
Siempre pensó y actuó contra corriente, sin esperanza de recompensa ni de un reconocimiento que le llegó inesperadamente con el Nobel. Y fue un ser generoso. Por eso, no dudó en firmar la petición de clemencia para que le fuera conmutada la pena de muerte a Robert Brasillach, un colaboracionista que detestaba. Fue entonces cuando escribió esta frase que me conmueve: "no tengo ni idea de si el azar determina nuestras opiniones políticas. Pero lo que sí sé es que no escogemos por azar aquello que nos deshonra".
"Estaba condenado a ser solidario y solitario, como le definió su hija Catherine"
Por ello no pudo asumir los horrores del estalinismo, ni las atrocidades del Ejército en Argelia, ni la carrera de armamentos de la Guerra Fría, ni el sectarismo de los intelectuales franceses. Estaba condenado a ser solidario y solitario, como le definió su hija Catherine.
Me quedo con otra de sus reflexiones que me ha iluminado y que me reconcilia con el prójimo: "la verdadera generosidad con el porvenir es darlo todo en el presente". Camus es y será siempre ese presente que se desvanece y brilla en la eternidad.